Con la llegada del buen tiempo, puede que empieces a hacer algún cambio en tu alimentación.

Dejas atrás las cremas calientes y los guisos para pasarte a los gazpachos y ensaladas.

También, de forma indirecta, puede que con la llegada del verano estés un poco más preocupada por tu figura.

Ese pensamiento se te mete en la cabeza y hace que, a la hora de hacer tu compra habitual, le eches el ojo a esos productos “sin calorías”, “bajos en grasa” o  0 %.

Dentro de estos productos, el que se lleva la palma (por ser unos de los que se consumen con mayor frecuencia) es el yogur 0%.

La declaración “0% materia grasa” nos indica que la leche que emplean para la fabricación del yogur será desnatada y, en consecuencia, ese yogur tendrá menos calorías que el yogur habitual.

Cuando se le quita la grasa a la leche del yogur, este se convierte en un alimento muy poco saciante y, en ocasiones, tendremos que tomarnos más de uno para conseguir sentirnos un poquito llenas. Entonces, ¿qué sentido tiene que escojamos este tipo de productos?

Por no hablar de los yogures 0% a los que le añaden vitamina D de forma artificial.

Esta vitamina necesita la grasa como vehículo para transportarse por nuestro organismo. Por lo tanto, estos productos desnatados estarán libres de grasa y, en consecuencia, de vitamina D.

Luego estarían los yogures 0% 0%. En este caso, no solo no contienen grasa, sino que indican que tampoco se les ha añadido azúcar. Si no tienen grasa ni azúcar…. ¿Qué será lo que les de consistencia y sabor? Pues los edulcorantes, por supuesto.

A día de hoy existen muchas publicaciones científicas que determinan que los edulcorantes no solo alteran la microbiota intestinal, sino que también provocan un aumento del apetito al causar una distorsión en las señales de saciedad que recibe nuestro cerebro.

¿Y esto cómo se explica?

Nuestro cerebro detecta y asocia el sabor dulce de los alimentos con su contenido energético. Por lo tanto, cuando consumimos edulcorantes artificiales acalóricos, se producirá un desequilibrio entre el sabor dulce que estos presentan y su falta de energía, que nos conducirá a consumir otros alimentos más calóricos para compensar este desequilibrio.

¿De verdad que vale la pena rizar tanto el rizo?

Elijamos lácteos enteros y naturales. Sin edulcorantes artificiales, sin azúcares añadidos…quedémonos con el azúcar intrínseco de la propia leche (la lactosa) y con su grasa.

¿De qué vale “engañar” a nuestro cerebro con un yogur 0% si al cabo de 15 min vamos a seguir incorporando calorías porque no nos hemos quedado saciadas o, incluso peor, porque ahora tengamos más apetito que antes de empezar a comer?

Consumir un yogur entero o griego, no va a ser el motivo de que hayas cogido unos kilos de más, te lo aseguro. Es más importante que tengas en cuenta tu patrón de alimentación de forma global y tus hábitos diarios.